En la escena vemos a dos hombres, enterrados hasta las rodillas, que luchan a bastonazos como símbolo de la violencia innata que tanto criticaba la Ilustración. Es una imagen real y cruel donde se elimina todo elemento fantástico.
Los personajes aparecen muy en primer plano, destacándose de un lejano paisaje yermo e iluminados a contraluz del alba, lo que era contrario a las convenciones del retrato de figuras humanas.. Solo aparece colorido en el paisaje y el cielo.
La composición está descentrada, los duelistas aparecen a la izquierda del cuadro, dejando un amplio paisaje de suaves lomas ocres y rojizas a la derecha. Este desequilibrio en la composición contraviene los cánones academicistas y neoclásicos.
La obra está ejecutada con una rápida pincelada suelta, con poca carga de pintura y con gran libertad en cuanto a color y dibujo.
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